Esta entrevista se realizó como parte de los esfuerzos de Mundus maris para proporcionar a las mujeres de la pesca a pequeña escala una posibilidad de informar sobre su vida cotidiana y sus ambiciones en un "mundo interconectado y cambiante" a través de mini informes, entrevistas y, de algunos videos cortos. Quería poner de relieve cómo las mujeres experimentan los diferentes impactos de la globalización y qué iniciativas específicas toman para hacerles frente, con el fin de permanecer en el sector. Tras una reunión en la que el Vicepresidente de Mundus maris, Aliou Sall fue invitado por la Agrupación de Interés Económico (GIE) PARASE tuvo lugar la entrevista (ver más abajo). La señora Khady Sarr es secretaria general de dicha organización.
MM: Felicitaciones por estas iniciativas que está tomando. Me gustaría que me contara más sobre algunas de las cosas que me llamaron la atención en este encuentro tan informativo para mí y para nuestra asociación Mundus maris. Para empezar, sería bueno que se presentase.
K.S.: Soy de la ciudad Hann Pêcheurs (Pescadores). Sé que no es a Vd. a quien necesito presentarme porque conoce a mi familia y especialmente a mi padre El haj Mbaye Sarr. Somos una de las primeras familias de pescadores que se establecieron en Hann. Soy pescadera de profesión, oficio que heredé de mi madre que lo ha ejercido toda su vida. Soy secretaria general de la GIE PARASE y gestora de la Mutualidad de Mujeres de la GIE.
MM: ¿Podría contarnos todas las limitaciones que tiene que superar en las siguientes áreas que más me han impactado durante la reunión? Empecemos por las condiciones de acceso a la materia prima. ¿Hay cambios a tener en cuenta al respecto?
K.S.: Siendo de esta comunidad, sabe que tradicionalmente, tan pronto como los pescadores regresan a su puerto de origen, la venta de todas las capturas se confiaba a una mujer de la concesión familiar. Puede ser la esposa del pescador, su madre u otra mujer que sea parte del mismo linaje principal. Esta misma mujer encargada de la disposición de las capturas, también realiza todos los trámites necesarios para que la unidad de pesca familiar obtenga los fondos necesarios para la prefinanciación de las salidas de pesca. Cualquiera que sea el resultado de las operaciones pesqueras (buena captura o regreso al área de desembarque sin pescado), las mujeres de nuestras comunidades siempre han ayudado a mantener la unidad familiar, permitiendo que el pescador permanezca en la actividad.
Esto siempre ha sido posible gracias a los ingresos que tradicionalmente obtenemos de nuestras actividades, los ahorros que movilizamos de nuestras tontinas y diversas formas de aportación del propio patrimonio familiar. También puede ser tarea de la mujer, en caso de emergencia, pedir a un familiar la prefinanciación de una salida para pescar, si la mujer a cargo de la comercialización no tiene efectivo. Nuestro papel tradicional como primer eslabón de la cadena como vendedora involucra tanto especies demersales de exportación como especies pelágicas de menor valor comercial para el mercado interno. Hasta un período relativamente reciente, el estatus del que gozamos relacionado con la pesca artesanal, ha evolucionado completamente para desventaja nuestra.
MM: ¿Qué significa esto?
K.S.: Hemos perdido nuestras prerrogativas y esto ha coincidido con profundos cambios en la estrecha relación que la mujer (de una comunidad pesquera) tenía tradicionalmente con el pescador, de su misma familia. La tendencia que se ha desarrollado en los últimos ocho o diez años y sigue desarrollándose, es que, salvo contadas excepciones, la inmensa mayoría de las mujeres ya no tiene prioridad de acceso a las capturas de sus unidades familiares. Esta tendencia se ha iniciado en unidades especializadas en la captura de especies de alto valor para la exportación, antes de llegar a unidades especializadas en especies pelágicas de bajo valor comercial y tradicionalmente destinadas al consumo local.
MM: ¿Puede explicar este proceso con más detalle?
K.S.: Hay una combinación de factores que ha comenzado, y continuará a menos que reaccionemos, defendiendo el importante estatus social que tradicionalmente disfrutamos. Ya sabe, eso puede ser un problema relacionado con nuestra concepción de la vida y nuestra cultura. Por lo demás, las mujeres de las comunidades pesqueras no teníamos nada que envidiar a otras mujeres que trabajan duro en otros sectores como el pequeño comercio, la agricultura, etc.
MM: Ah, ¿sí? ¿Puede dar más detalles?
K.S.: La prueba es que damos trabajo a miles de personas, gran parte de las cuales son mujeres como estas de la escala, entre otras, a las que acaba de conocer y que son miembros de nuestra GIE. Entonces, como puede ver, muchas de estas mujeres, que compran y venden diariamente cantidades muy pequeñas de pescado en la playa para obtener lo suficiente para mantenerse, están fuera de nuestra comunidad y provienen de los suburbios (Pikine, Guédiawaye, etc.).
Ahora, para volver al tema de los diversos factores que han contribuido a este proceso de pérdida progresiva de prerrogativas, podemos retener lo siguiente para intentar resumir, aunque sea difícil.
En primer lugar, debe entenderse que, para las especies de exportación, hemos visto una disminución de peces de fondo en los últimos años, combinado con un aumento en los costes de producción. Antes, para equiparse con una canoa de hielo para la pesca con sedal, uno de los tipos de pesca especializada en este subsector, se requería una inversión total que no superaba los tres a tres millones y medio de francos CFA (piragua, 40 CV motor, caja aislada extraíble y otros aparejos).
MM: ¿Qué quiere decir?
K.S.: Como los caladeros no estaban tan lejos como lo están hoy, bastaba como esposa de un pescador, movilizar una cantidad que oscilaba entre doscientos y trescientos mil FCFA como máximo para cubrir los costes de un viaje de pesca (combustible, alimentos todo incluido). Esta suma no es insignificante pero considerando nuestra posición de antaño, que fue privilegiada como el primer eslabón de la cadena de venta, mucho antes de que llegara cualquier otro pesquero o gerente de planta, los ingresos obtenidos nos permitían de alguna manera lidiar con la situación. Más aún, porque los peces capturados con cana eran especies con un valor comercial muy alto que generaban ganancias bastante sustanciales. Pero como sabe, que la mayoría de estos viajes en piragua ahora dependen de caladeros cada vez más alejados de su puerto de origen y exigen mucho más capital.
MM: Entonces todo esto ha cambiado ahora. Por favor explique.
K.S.: Ahora por estas circunstancias y a pesar de la ayuda de algunos de nuestros padres pescadores para aprovechar al máximo nuestra actividad, hemos perdido gran parte de la influencia que teníamos en los canales de comercialización de especies de alto valor, a favor de mayoristas y fábricas de harina de pescado con una base financiera más sólida. Esto ha hecho que todo sea más complicado para nosotras dado el nivel de prefinanciación necesario de los viajes de pesca de estas especies.
MM: ¿Qué significa esto? ¿Podría detallarlo un poco más?
K.S.: Es fácil de entender. El nivel de inversión ya no lo pueden sostener las mujeres, que solo dependen de su propio patrimonio y ahorros familiares y que logramos movilizar con las tontinas. Antes, incluso para las mujeres de la comunidad y las familias que no poseían una unidad de pesca activa, les bastaba con reunir una suma que oscilaba entre diez y quince mil FCFA, para comprar unos hermosos pedazos de pescado. Éstos se podían vender a comerciantes o consumidores de la clase media en la capital y obtener una ganancia diaria de dos a cinco mil quinientos FCFA en menos de una hora, según la situación del mercado del momento.
En el espacio de ocho a diez años, el precio al contado al desembarque de una caja de pescado de unos cincuenta kilos de especies de alto valor, ha aumentado de sesenta y cinco hasta cien mil FCFA dependiendo en la especie, a doscientos a doscientos cincuenta mil o incluso trescientos mil FCFA.
MM: ¿Podemos entonces decir que el nivel de inversión alcanzado es el principal factor que explica su marginación dentro de estos circuitos, socavando sus antiguas prerrogativas?
K.S.: No, hay otro aspecto de este coste creciente de los equipos de pesca. El coste de las tarifas de viaje que tradicionalmente proporcionaba la mujer ya no es sostenible. Con la lejanía de los caladeros, la duración de las salidas de pesca ha pasado de dos, tres o incluso cuatro días como máximo a quince e incluso veintidós días en el mar con las grandes piraguas que transportan hielo en contenedores isotérmicos. Esto ha aumentado el coste de los viajes de doscientos a trescientos mil FCFA a más de un millón de FCFA para estas grandes piraguas de contenedores de hielo que ven allí.
MM: ¿Es eso algo específico para la pesca de las especies demersales?
K.S.: ¡En absoluto! De este difícil contexto tampoco se ha salvado la pesca de pequeños pelágicos. De hecho, los precios de los principales componentes de la unidad de pesca (canoas, redes y motores) se han multiplicado casi por dos. Mientras que hace ocho o diez años, con una inversión que oscilaba entre los siete millones y medio y los ocho millones de francos CFA, un pescador podía renovar completamente su unidad, la mayor de las cuales en ese momento era de quince a diecisiete metros. Los costes de los viajes de pesca (costes de combustible en particular) superaban apenas los veinte o treinta mil FCFA. Hoy en día, se necesitan un mínimo de diecisiete a veinte millones de francos CFA o más para adquirir una unidad de cerco con piraguas de 21 a 23 metros de largo, utilizando motores cada vez más potentes. La tendencia es a generalizar el uso de motores Yamaha de 60 a 65 CV.
Este nuevo contexto solo puede jugar en nuestra desventaja y en beneficio de los operadores con una base financiera más sólida, incluidos los mayoristas. Tampoco ayuda la mala temporada de pesca pelágica de los últimos años, a causa de un cambio en la estacionalidad o una caída en los desembarcos. También las estrechas relaciones que las mujeres administradoras de unidades familiares tenían con las estaciones de servicio, acordaron entregar combustible a crédito, hasta que nuestra piragua obtuviera un buen rendimiento, este ya no es el caso. Todo esto ha contribuido a la precariedad de nuestras condiciones.
MM: ¿Estos desarrollos que describe tienen otros efectos?
K.S.: Al contrario de lo que cree la gente, que viven lejos de las comunidades pesqueras, tradicionalmente disfrutamos de un mejor estatus que las mujeres en otros sectores de actividad, lo que nos otorga unos roles básicos poco conocidos. Nuestro papel más importante es la reproducción social. En efecto, como no hay escritos al respecto, algunos no saben que estamos muy involucradas como mujeres en la educación de los niños, el apoyo económico de su escolarización, aportando apoyo económico durante las ceremonias culturales, religiosas y asistenciales, que ninguna familia escatima. Entonces, si nuestros ingresos ya no están garantizados debido a los profundos cambios que he descrito, ¿cómo vamos a continuar lidiando con estos problemas? Ésta es la verdadera razón de nuestra iniciativa con la GIE que creamos.
MM: Exactamente, ¿podrías desarrollar esto un poco más? ¿Qué iniciativa emprende para solucionar qué tipo de problema?
K.S.: La primera preocupación que nos impulsó a organizarnos con otras mujeres es el tema de la financiación de nuestras actividades diarias. De hecho, hicimos la siguiente doble observación. En primer lugar, los bancos tradicionales (bancos comerciales) nunca han aceptado adaptarse a la realidad de la pesca artesanal y se han negado regularmente a resolver nuestros problemas de financiación. Cuando aceptan otorgar un préstamo, es para empobrecernos.
En segundo lugar, desde hace unos años, los fondos de crédito a mutualidades aprobados por el Ministerio de Finanzas, surgen hoy con una red nacional. Pero incluso estas redes, llamadas mutualistas, solo nos empobrecen. En su mayoría ofrecen condiciones draconianas de acceso al crédito, según nuestra observación. Estos fondos cobran tasas de interés exorbitantes en la mayoría de los casos en el rango del 12 al 14 por ciento. Dijimos, ¡ya está bien!, y logramos crear un fondo, impulsado por la contribución diaria de los miembros.
Hoy en día, tenemos dinero en efectivo que permite a las mujeres, que generalmente trabajan en grupos de cuatro, tener una cantidad de setenta mil FCFA a primera hora de la mañana. De este modo, pueden realizar sus actividades y reembolsarla tan pronto como hayan vendido sus productos. Otros productos que ofrecemos a nuestros socios son: (i) ahorros escolares que terminan permanentemente con el estrés causado por el inicio de las clases; (ii) El ahorro de Tabaski que, como su nombre indica, prevé con casi un año de anticipación la compra de una oveja para el sacrificio con motivo de esta importante fiesta musulmana; y finalmente (iii) ahorros en el seguro de salud que, en ausencia de un sistema más convencional adaptado a la pesca artesanal, brinda a los afiliados la posibilidad de cubrir costes de salud.
MM: ¿Hay otros aspectos de los que quiere hablar?
K.S.: Sí, pero muy rápido. Hay dos problemas que me gustaría plantear. Primero, tenemos dificultades para asegurar un espacio legalmente garantizado donde podamos trabajar sin estar bajo la constante amenaza de desalojo. Esto es especialmente relevante para las mujeres que desescaman al pescado y las micro-pescaderías que utilizan, a falta de medios más adecuados, congeladores reciclados sin motor, solo para poner el pescado en hielo. Estos se encuentran en una situación precaria.
Además, existe un problema de seguridad para los escaladores que sufren lesiones diarias porque carecen del equipo adecuado. Finalmente, como hay una clase media de clientes provenientes de la capital y de los barrios residenciales, que aspira a más calidad, tenemos que encontrar socios que nos ayuden a diseñar cajas isotérmicas muy herméticas en lugar de congeladores y frigoríficos recuperados aquí y allí. También debería ser más fácil acceder al hielo, pero lamentablemente la electricidad es cara. Debemos ver cómo podemos hacer hielo con el viento o el sol. Si tuviéramos la oportunidad de hacer un proyecto piloto y éste funciona, estoy segura de que otras mujeres de otras comunidades van a comprar esta tecnología, pero primero hay que probarla. Por último, pensamos que es necesario sustituir las tablas de madera sobre las que las mujeres ponen el pescado para limpiarlo. Se nos informó que con el tiempo y con el agua que está presente todo el tiempo, puede ser un sustrato para la proliferación de bacterias. ¡Hay todavía mucho que hacer!
MM: Khady, muchas gracias.
K.S.: Gracias a ti también.
Comentarios recopilados y fotos de Aliou Sall.
Leer más sobre la entrevista con motivo del encuentro con las mujeres líderes del GIE PARASE.
Traducción por Marianne Braun Richter y Elena Bombín.