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LOS SONIDOS ETERNOS

La música de la naturaleza.

 

Por Nuria Estrella Santos

En esta temporada del año no tengo muchos huéspedes, en esta semana solo tres cabañas ocupadas. La gente va y viene pero rara vez logro recordar las conversaciones que tengo con ellos.


No soy una persona curiosa, pero me impresiona la facilidad que tienen las personas para contar sus vidas y por eso me gusta hacer preguntas. Las vidas ajenas suelen ser parecidas y pocas veces me intereso por ellas, pero considero que es parte de mi trabajo y simplemente escucho.

Hace unos días vino la chica de los sonidos eternos, y desde que se fue este lugar se oye distinto y talvez yo también.

No era muy diferente al resto de personas que vienen, pero había algo en ella que me intrigaba un poco. Cuando llegó me pidió una habitación que estuviera cerca del río.

Caminamos hacia la numero tres, ella no hizo el acostumbrado recorrido ni chequeo del lugar, cerró los ojos, se quedó por un momento en silencio y luego me dijo que era perfecta, después entendí porque…

Salía a caminar temprano en la mañana y después no se la veía hasta la hora de la cena.

Le gustaba cenar con los demás huéspedes, pero el último día llegó un poco mas tarde y solo estaba yo. Empezamos a hablar, las personas siempre me preguntan sobre mi vida en este lugar y yo acostumbro a repetir mis diálogos. Pero ella hablaba de cosas que no estaban en mi guión, me interesó lo que decía, así que me senté a escucharla.

Le pregunté que era lo que la traía este lugar, ella tardó un poco en contestarme, como si guardara un secreto. Luego me dijo que iba buscando los sonidos eternos.

Un sonido eterno como ella decía, lo debes oír para escucharlo, los sonidos sin música, solo ese ruido constante y errático de las cosas vivas, de las cosas que vienen y van, los sonidos eternos.

Yo vivía en un lugar de sonidos eternos, pero nunca lo había sentido así, talvez cuando las cosas tienen un nombre, entonces empiezan a tener sentido.

Para ella los sonidos eternos estaban relacionados con la naturaleza y cuando los descubrió nunca mas quiso alejarse de ellos. Mientras me hablaba noté ese brillo en los ojos que tienen las personas que se apasionan por algo. Siempre me han desconcertado un poco esas personas, y como sus vidas se van transformando al capricho de sus pasiones.

 

Un sonido eterno: el de la luna que juega incansablemente con el mar; la orquesta de los animales de la selva donde cada segundo nace un nuevo integrante; un bosque en el que las hojas nunca terminan de caer; la carrera infinita de los ríos hacia el mar; el baile del viento con las ramas; la lluvia dentro del océano y el himno de los peces.

- ¿Y porque los grabas? – Un día se sorprendió de esa intensidad a través de los sonidos y la música. Podía mirar una foto de su difunto padre con cierta indiferencia, pero la ópera siempre despertaría en ella emociones muy fuertes, una tristeza dulce, que de un golpe le devolvía el recuerdo de su padre y aquellas mañanas cuando era pequeña, Caruso sonaba; era hora despertarse.

Así se dio cuenta que la memoria de los sonidos es mucho más fuerte que la de las imágenes y nunca más volvió a tomar una foto… La música y los sonidos son como la llave maestra que abre los archivos de nuestra memoria. Una etapa sin música –decía- es una etapa perdida donde nada es memorable ni intenso.

Siempre tomamos fotos de paisajes y lugares bonitos, pero los paisajes también hablan” Jugaba con la idea de que cada paisaje habla un idioma distinto, en sus viajes, en vez de una cámara de fotos llevaba una grabadora y un micrófono, así no tan solo capturaba un instante si no miles de momentos, imágenes y sensaciones en forma de vibraciones que viajan a cientos de metros por segundo a través del aire.

 

Clique aquí para escuchar sonidos eternos:

El mar y los lobos marinos. San Cristobal, Islas Galapagos, Ecuador. Grabado por Pablo Mejia Saccomori

Pájaros en la madrugada. Quito, Ecuador. Grabado por Nuria Estrella Santos.